En el capitulo anterior hablábamos de dos conceptos fundamentales:
Uno es que la ciberacción no lo es todo. Por si sola no llega más allá de las pantallas de nuestros ordenadores, no llega a la calle, no llega a hacer una verdadera presión. Lo segundo que apuntábamos es que hacer llegar a los “internautas” (horroroso vocablo) nuestras denuncias, reivindicaciones y movilizaciones no añade nada de nada, no aprovechamos el medio. Tenemos que hacer que, a quien llegue nuestro cibermensaje (a través de un blog, una página web, un correo electrónico, un foro…), tenga la suficiente formación, se sienta suficientemente involucrado en nuestro proyecto para que lo lleve más allá de las pantallas.
Lo de movilizar en Internet se trata de hacer cosas. Eso lo aprendí un día en el que estaba entrando en el agradable trance del sueño postsobremesa cuando en la Cuatro, Florentino Fernández, decía “ya tenemos una millardaymedia de seguidores en el feisbu y vamos a hacer la gamba más grande del mundo”. Se despertó algo dentro de mi. Vi y oí como pedía a la gente que veía el programa que se metiesen en Facebook y que un día concreto, a una hora concreta, se pusieran todos a hacer “la gamba”.
Pues eso. En Internet se trata de hacer cosas. Desde reenviar un correo hasta organizar una asamblea en tu propio centro; fotocopiar una octavilla para que la gente sepa que hay una manifestación u organizar unas cañas después de una concentración ante la Consejería; escribir una entrada en su blog personal o hacer una asamblea con las familias de su centro. Se pueden hacer un millón de cosas.
Los cibernautas estamos acostumbrados a interactuar y a que esa actuación tenga consecuencias. Nos gusta que pase algo (que me aparezcan las entradas del cine en la pantalla, la reserva del hotel, el aviso de que el pedido de la taladradora me llegará en próximo 27 de febrero… y a que descuenten en la tarjeta). Los que nos ponemos frente a la pantalla no nos gusta que nos traten como simples receptores, nos gusta que nos seduzcan para hacer algo. No queremos ser simples mirones, queremos participar de esa nueva cultura que es elegir lo que recibes e intervenir, actuar y tener algo de protagonismo. Eso hará que la acción que se me propone sea en parte mía y me sienta involucrado. No es fácil, pero ahí está el reto.
Creo que con esta nueva cultura digital lo que de verdad está cambiando es que cualquier acción que en la historia se asociaba a un líder, a una personalidad subyugante, ahora se encuentra más diluida, está entre los ciudadanos, entre los trabajadores, entre la gente en general.
Hay que dar el protagonismo a los trabajadores anónimos, a sus historias, a sus denuncias, a sus circunstancias…. hay que hacer aflorar todo lo que les está pasando a nuestros trabajadores.., y lo tienen que hacer ellos.
Continuará….
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